El sol habla un lenguaje desconocido
otoño con matices cegadores.
Podría decir que el día es una fragua
cuando no soy hierro.
Nos vimos aquí donde cuanto
brota y retoña
es concebido por tus ojos,
todo cuanto se daba por remoto
hoy se aproxima,
cuánto cupiera entre luz
de agonía y renacer,
hombre de abeto y ciprés
mujer de encina y bugambilia
tallados de una pieza
deja que el océano dialogue
con el rostro de la montaña
sostenida y perenne
fuera de toda contingencia y lugar.
No esperamos el regreso del ausente,
cada clavo tiene su precio,
un pianista ahueca la voz del teclado
ambicioso de hoy, poderoso ayer.
Quizás seguimos presos con toda una ciudad
pintada y adornada para un fiesta.
Con todo un país de todas las sangres,
con todo el mundo, de soledad sin descanso.
Un bodegón abundante parecía
haberse derramado de la pared agridulce
en las calles donde madura la mora
y de las patas de las ardillas se escapa la nuez.
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