Sus océanos con arrecifes de coral
embaten, salpican con espuma,
a veces desbordan
con una emoción inesperada,
o algún recuerdo que la sagaz memoria
no quiso borrar del todo,
voces que vienen,
nombres que asoman la esquina,
huellas al filo del oleaje.
Comprendiendo sonríe,
no le falta razón
a la noche invernal,
un pañuelo traspirado.
Sus pálidas circunferencias azules
riegan con luz las sombras de la travesía,
reconozco en ella calma,
flauta mágica para el alma
sentir su brisa marina
en mi cuerpo, en mi cansancio.
Transito hacia el horizonte
hacia el encuentro,
el cielo está lindo
o será el océano,
o el firmamento sentado en el agua,
fulgor tenaz en la oscuridad.
Mi fragata de cristal te navega,
en este espacio cada uno es capaz,
de hilvanar su atisbo, sus arribos,
somos veredas que confluyen
hechas con nuestras herramientas,
Hoy escribo para que sientas mi mano,
acariciar la resistencia de las tuyas,
anotas el color cuando piensa,
en esa mitad que ignoro,
con la que descubres descubierta todo.
Próximos a la inmensidad,
extiende tus alas y vuela,
poemas para limpiarnos
e ilusiones para vivificar
y así vencer a la muerte.
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