La ternura de su corazón
sin la palidez del invierno
amortigua mi vida,
vocablos como hojas,
hacia la tierra.
Entra con tu firmamento
en mis ojos,
manzana petrificada,
nosotros más rígidos,
como el muro y la mañana.
La tristeza se detiene
por alguna palabra
que también duele,
¿o acaso dolió?
esparcete en mi sangre
como el Amazonas,
en esta embarcación o zumo o muerte
para no ver la belleza,
la humedad, la fría sombra,
huelo el aire del universo,
el resplandor del cielo.
Aunque sé que es la misma
no sé como llamarla.
Lágrimas anticipadas,
ríe el mundo sin motivo,
¿o es que los tiene
y no me entero?
sigo sin saber
que hay en tu mano
a caso el hilo claro del día
o la castaña ausencia
en el jardín de un tiempo cercado
junto al agua viva, suelta.
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