Crece muchacho, vamos crece.
le dice la delgada tarde a mi sombra,
nadie nos contempla cogidos de la mano,
y el añil profundo se hunde en los huesos del mundo,
he visto todos los misterios de la obra,
antes de rasgar los ojos con el alma expuesta,
¿dime, estás entre la gente que no sabe de ti?
¿diciendo la palabra que no alcanzo discernir?
se silenció el texto que siempre habla en el ocaso,
si haces una cruz que no sea entre mis cejas
mi corazón da vueltas como las estrellas
preciso tu mirada en el horizonte cercano,
rechaza, difumina tu esencia soñolienta,
tu eres Clara cuando yo Francisco,
pero ves ahora tu eres oxigeno y yo hidrógeno
procurando ser una molécula que inunde el alba.
con oleadas de trigo y jugo de la misma parra,
de la misma tierra, de los mismos ojos,
con rocío de la misma libertad que cedo.
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