Arábigos que son fechas,
fechas que izan banderas
cuando se bailan marineras
cargadas de pertenencias,
el día cero no me necesita,
uno, quince, veintiocho
están por verse,
la hora nona tampoco,
pero sí las manos duras
los racimos de uvas,
las espinas del camino
para los pies descalzos ,
besos a boca llena
ardidas por el frío
olvidadas por el sol.
Falta rasurar el futuro
las mejillas de palo
y el olor de un solo cuerpo,
¿qué es lo que me falta en el rostro?,
¿en la alforja de lona colgada al hombro?
del hombre, de la mujer tan consistente,
tan hecha, tan distinta de aquella
que había llevado en la mente,
tan mujer que quería ser niña,
asexuada, compañera de muerte,
luchando contra el mundo
de agudas velocidades,
descubriéndolo todo,
ya sabemos que es nada.
Ahora la incontrastable sensación
de ser un extraño
¡oh libertad! eres solo poesía
madre joven sin verso,
con razón o sin ella,
llevas en las manos
fruto de la tierra.
fruto de la tierra.
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