Por una vereda viene
sin poncho ni sombrero,
caminando paulatino, sin interrupción.
Con el día sin freno, con el beso
sin costo,
sin costo,
mi crédito se agota en cada exhalación,
en cada plática, con aquel que va conmigo,
que no eres tú, pero va igual con brillo,
con la serena severidad del verbo punzante.
¿Quién sabe hasta cuándo, quién hasta dónde?
mi crédito mengua bajo el agua, sobre la
colina
en movimiento, fluye, corre a prisa y rota
sencillamente vestido despejando cuanto
ignora,
olores verdes, colores mentolados,
callaron las cuerdas, mientras el sol sorbe
del jardín.
Tu cintura se abrevia conmigo por el pecho
sin fin,
pizca a pizca se moja el aguacero
intemporal,
grillos sujetados conversado con la noche,
para que nadie dude de la infinita belleza
mis manos van robando la palabra,
sobre el melocotón luna de cáncer,
Las cacerolas de la cocina decrecen conmigo
y los guisos cantan con toda sapiencia.
El calendario moderno de tu agenda virtual,
dónde se pierden las flores y la fuente,
desnudo viento sur que alguien lleva,
la sangre que viene y que vendrá
como humus rico y vivificante.
¡Al cabo! Se desvanecen,
todos los paros y las demandas,
y el mensaje agorero del poeta,
la solidaridad y todas las partes,
el tercero de buena fe, que no la tiene,
el Rímac encausado en sus viviendas,
El crédito disminuye indefectiblemente
en las hechas y las respondidas,
en las que quedaron en espera
en las omitidas, en las que nunca llegaron,
en las que se harán después
en las que quieres y en las que no quieres
y no hay concesionaria para la recarga.
el pre pago se agota inexorablemente.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario