Aunque la vida dura un rato,
camisa rota, pies descalzos,
me enseñaron a dar gritos
cuando iba llegando,
perejil, retamas, ortigas,
así alcancé este mundo

en medio del fuego que no asa,
tiempo perdido
en inútiles aspavientos,
acentuando el bullicio
rompiendo el resignante silencio,
el mestizo exclamó iracunda mirada,
sonando tan chocante

y claro no me iré sin darlos todos.
Cuantos clamores vengo dando,
mas llevado a esto que a aquello,
menos metido en el follaje de los parques,
merodeando los montes de tu sexo,
cuantos castillos de arena derrumbando,
cuantos soñares descartando,
cuantas tonadas son análogas,
es que tengo sueño y no descanso,

hoy vemos como se hace ante
lo que mañana saldrá al paso,
herido donde mas duele,
aligerado de un peso o de dos,
pocas personas y tanta muchedumbre,
la misma lesión en tanta gente,
el día fue perdiendo su claridad
cuando tus ojos iluminaban tu pecho.
Mi corazón enmohecido por las penas

quiere salir a cantar verbenas,
desde el ingenio hasta la compasión,
aunque las canciones sean yermo
quiere renovar el fluido de estas venas,
y olvidar que lo que tengo es tu ausencia,
mi humilde corazón enmohecido,
acaso le falta lo mas malo,
de todo lo injusto que he vivido.
gusto a la calle del anhelo,
huésped y anfitrión de lo que duele.

Mi victoria, mi esperanza, mi camino,
mi, paz, mi verdad, mi torbellino,
aquí te quedaras aunque te vayas,
aunque el lugar sea pequeño,
de aquí no te iras aunque estés lejos,
aunque me duela y se reseque,

mi humilde corazón enmohecido
acaso le llego lo mas bueno
de todo lo tierno que he vivido,
acaso el último grito
será en si sostenido
mi humilde corazón enmohecido,
lo divino, lo cobarde, lo danzado
mi defecto, mi latir, mi destino,
él es quien siempre me ha querido,
yo me encontré un viernes
de todos los muertos,

con la luz encendida y apagada
balanceándose en la luna
incinerándose en el sol.
Mi humilde corazón enmohecido,
no calla ni quiere que lo callen,
me ubicaré en un abrazo a tus huesos,
destila mientras versa en la mañana,
en la ventana o en la cama,
en el suelo o arañando el techo
mi enmohecido corazón conmigo.
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