Este es mi cutis heñido
por lo pérfido que sostenemos,
por lo magnánimo que extraviamos
en el vagón de tercera donde erramos,
cuando el sol comienza a salir
y la lluvia lo moja todo y a todos.
Están los filos de antaño
estremeciéndose bajo el polvo.
Perfiladas las carnes
los tomates, las cebollas,
los ajos y las patatas
sobre una tabla para picar.
Una larga carretera
y algún humilde valle
tras muchos kilómetros de dunas,
los cajoneros y las guitarras
los zapateos y la paz
que no tarda en llegar.
en los pasillos del recuerdo,
y salto los montes de plástico
con calzado de muertes tiernas.
Las ocho de la noche de cualquier día
se volvió a repetir hoy por la noche,
mordiscos a la caña mojada
tus dientes fuertes y sanos
y esa mirada que mira encendida
como cuestión inferida,
y en ella miro azulejos fruteros
que danzan al son de los vientos
y los deseos a media luz.
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