Conservo un instinto
que me lleva hacia el agua,
hacia el sol y los eclipses,
al firmamento de tus ojos,
cerca de la causa
donde se inquieta y
necesariamente se desmuere,
no me mires de reojo
si puedes verme de frente,
piel de manzana,
las frutas caen bajo el árbol
serpiente nocturna,
quiebra las dalias del aire.
Crepúsculo joven que ama tu poeta.
Advierto un impulso en la garganta,
tu nombre, alegre contraste
en mi celdilla de pasajero,
al final de ninguna vacilación
besar tu elocuencia
en la cima del este,
aprehender tus senos
sin fatigar el día,
sonaba fuerte la tierra
en el intervalo de una cita
entre las venas de amor
que tus aberturas azulan
junto a la fuente,
y los iris al viento con olor a mar
midiendo los últimos tramos
de la distancia, de la mixtura,
esteraban a una mujer planetaria.
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