Ahí donde acaban mis pies
comienza el frágil género humano
triscando el destino en palabras
oídas una tarde en el Gólgota
de un madero a otro,
de otro madero a uno,
no me dejaré de querer.
La época me intimida
pero no me somete.
¿Cuándo se juntan mi pedido
con tu proposición o viceversa?
¿Cuándo datamos con precisión
mi demanda con tu oferta?
Tierra, cuanto más bracearás
no quiero disponer los amores
que antes fueron imágenes,
ni ordenar los paisajes
de manera vertical,
un día serán los siete
en el centro del cosmos
y el país dormido ronca su presente
al son de alarde, cumbia y balón pie,
con dureza de verbo emplomado.
Por sus frutos los conocemos,
cáustica elocuencia de la acción,
síncope de colores siempre repetidos,
penumbras tildadas por excesiva luz,
flores ofertadas en la esquina
radián banderas y circos,
alegrías y agonías riman,
rimando corruptible amnesia
con el plan de la inteligencia.
Me dono para ser comido
por mariposas de colores
cuando los gritos llenen el valle,
y se arríen las calaveras
alegóricas de la revolución
con el prefijo en Re sostenido,
incomprensible y propia,
no concilio con la gente
que no conoce la otra mitad,
solo por el gusto de hacerlo.
El francés, inglés, alemán, español
nunca fueron solo idiomas,
Schopenhauer ¿qué me cuentas
de la energía oscura?,
Hopkins ¿cuándo desentrañas
Robespierre
¿acaso Guillotin pensó en tu cabeza?
Don Quijote, quinientos doce años
para celebrar la colonización
el descubrimiento y la equivocación.
Piensa en ti, porque yo creo mi mundo
de palabras y figuras de cristal
que alguien puede quebrar pero no callar.
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