Te quiero no por lo que tienes
sino por lo que has perdido,
el tedio y mi condena
como si fuera poco
las madejas del tabú y la pena,
la hierba violeta huye del rocío
con la fina inquietud de la mirada
muestra un alma casi total ausente.
Ya nadie viaja a la luna ni a las estrellas,
no hay incertidumbre, este es mi madero,
la plaza mayor y la puerta del sol,
aunque nada anormal parece suceder
en la calle donde nació el olvido
se afilan los dientes en la cocina.
Te quiero no porque de fecha a fecha
sino porque has sepultando el tiempo
en un reloj de arena inglés,
el futuro no será una fiesta
ni la poesía una forma de salvarse
solo un poco más de polución
en un paisaje desierto, adverso.
Aprender la nueva geografía
una necesidad vital para desplazarse
por cada poro, por cada vello,
en tu cuerpo y en el mío
las sábanas recientes y chinas,
la muerte se hace lóbrega
cuántas veces te espero
casi
por compromiso.
Te quiero no por tus ojos azules
sino por el cielo sobre las fosas de las marianas,
no por tu corazón tornasolado
sino porque me has hablado
los cristales están rotos y húmedos
y en las entrañas del reflejo, yo mismo,
un rayo infrarrojo huye de la herida,
sin que sea visto, se ha sentido
¿quiénes tomaron las calles
cuando el fuego, el hierro, el acero,
lo que corta, lo que estalla,
teñía a borbotones la calzada?
la luna no enrojece sino la tierra.
Te quiero no porque te llevaste algo
sino porque no dejaste nada,
dos días después de saber
lo poco que había de saber
sin que la noche se instale en el balcón
sin que el día frunza el ceño
antes de llegar al río.
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