miércoles, 11 de junio de 2014

Te quiero no por lo que tienes


                                                                

Te quiero no por lo que tienes

sino por lo que has perdido,

el tedio y mi condena

como si fuera poco

las madejas del tabú y la pena,

la hierba violeta huye del rocío

con la fina inquietud de la mirada

muestra un alma casi total ausente.

Ya nadie viaja a la luna ni a las estrellas,

no hay incertidumbre,  este es mi madero,

la plaza mayor y la puerta del sol,

aunque nada anormal parece suceder

en la calle donde nació el olvido

se afilan los dientes en la cocina.

Te quiero no porque de fecha a fecha

sino porque has sepultando el tiempo

en un reloj de arena inglés,

gentil coincidencia, la cabeza en alto,

el futuro no será una fiesta

ni la poesía una forma de salvarse

solo un poco más de polución

en un paisaje desierto, adverso. 

Aprender la nueva geografía

una necesidad vital para desplazarse

por cada poro, por cada vello,

en cada gesto donde se inventa el amor

en tu cuerpo y en el mío

las sábanas recientes y  chinas,

la muerte se hace lóbrega

cuántas veces te espero

casi por compromiso.

Te quiero no por tus ojos azules

sino por el cielo sobre las fosas de las marianas,

no por tu corazón tornasolado

sino porque me has hablado  

llevada por un impulso de fondo,

los cristales están rotos y húmedos

y en las entrañas del reflejo, yo mismo,

un rayo infrarrojo huye de la herida,

sin que sea visto, se ha sentido

¿quiénes tomaron  las calles

cuando el fuego, el hierro,  el acero,

lo que corta, lo que estalla,

teñía a borbotones la calzada?

la luna no enrojece sino la tierra.

Te quiero no porque te llevaste algo

sino porque no dejaste nada,

dos días después de saber

lo poco que había de saber

sin que la noche se instale en el balcón

sin que el día frunza el ceño 

antes de llegar al río.






No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Luna de flores

En conjunción la luna, el ulular de la lechuza, las buganvilias de color abstracto,  su torso de hogaza y la noche de barro. Las translúc...